Yo recuerdo exactamente cuando comencé a convertirme en un revolucionario. Fue un día de invierno muy frío, en que un compañero de la escuela primaria se cayó casi congelado en la puerta del edificio donde estaban las aulas. Yo tendría 8 ó 9 años. Vi que ese chico tenía solo el guardapolvo escolar encima de una camisa rotosa. De pronto sentí una profunda vergüenza por mis ropas abrigadas, por mis zapatos y medias de lana. Sentí como si yo le hubiese quitado la ropa a ese chico. Su frío fue para mí un sufrimiento concreto. Sus manos y su cara morada y sus articulaciones rígidas me espantaron como la misma muerte. “Todos somos iguales ante la ley”, decía la maestra. Recuerdo que por esa fecha me empezó a parecer estúpido ser iguales para la ley, y no estar igualmente abrigados para aguantar el frío que era un problema mucho más inmediato y concreto. “Los argentinos somos ricos porque la Argentina es un país riquísimo” seguía diciendo la maestra y citaba largas listas de producción de trigo, carne, azúcar y ventajosas ubicaciones en los rankings de producción en los países del mundo. Sin embargo yo conocía compañeros que no comían nada antes de caminar los cinco kilómetros que los separaban de la escuela, y que aguantaban el hambre hasta la tarde con una batata asada que les daban sus padres al salir de su casa. Esos padres trabajaban cultivando enormes trigales y cuidando centenares de vacas y no tenían más que una batata para darle a sus hijos. La riqueza estaba allí, sin ninguna duda, pero los que la creaban con su trabajo no eran tan ricos como decía la maestra.

Juan Julio “Iván” Roqué
fragmento de una carta a sus hijos

Juan Julio Roqué (uno de los cuadros político-militares más destacados de Montoneros), nacido en Córdoba,  escribió esta carta a sus hijos el día que tuvo que pasar a la clandestinidad y pidió que les sea leída en caso que muriese en combate, como efectivamente sucedió. Docente secundario, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y rector de un colegio de enseñanza media, describe al inicio del fragmento que se reproduce más arriba una escena impensada en la Argentina de hoy: Un niño de buena familia, con todos los cuidados y posibilidades en la vida descubre (en un colegio del Estado) que tiene compañeros que no son como él. Puede ver al Otro, palpar su sufrimiento, reconocerlo, sentirlo brutalmente en esa escena primigenia del chico desmayado de frío y hambre ante sus ojos.

La Grieta: Hoy esa escena sería impensada; hoy un Juan Julio Roqué asistiría a una escuela privada y costosa donde se preparan los triunfadores del mañana, sus compañeros vendrían del mismo tipo de familia que la suya e irían a los mismos lugares y compartirían todas las costumbres propias de su clase sin rozarse jamás con el Otro, el escaso de ropas y mal comido; a ese la vida le tiene destinado –en el mejor de los casos- una escuela pública devaluada y careciente de todo en la periferia de la urbe, donde los maestros son a su vez cocineros, asistentes sociales y contenedores de los más diversos dramas: Padres ausentes o alcohólicos, violencia familiar, etc.

Esta formación actual en clave de gens es el verdadero origen de la mentada grieta; cuando no se conocen otros realidades el Otro es el enemigo, el que viene a alterar con su malestar mi bienestar, el destinado entonces a los bastones de la policía (o a ser su ente recaudador vía robos hasta que “quemados” y sin más nada que dar un oportuno “enfrentamiento” silenciará para siempre), al infierno carcelario, a los barrios de la periferia que cada vez son más bantustanes segregados que lugares para vivir, donde el narco recluta su mano de obra barata a falta de otras opciones.

Toda masacre –de alta o baja intensidad- empieza indefectiblemente por la estigmatización: “cucarachas tutsis” en Ruanda, “judíos usureros” en el Tercer Reich, “negros planeros y faloperos” acá; se amplifica en forma agobiante en todos los medios, se agita con todos los prejuicios disponibles a mano (reales o no) y tendrá servido a la mesa el mejor cóctel para saborear la muerte del que ya no es humano, apenas un término despectivo, una molestia a barrer lo más pronto posible, si total ya antes fue barrido de toda condición humana.

Pier Paolo Pasolini, -genial cineasta, marxista, gay- publicó en los inicios de la década del ‘70 dos inquietantes artículos en Il Corriere de la Sera (Dos modestas proposiciones para eliminar la criminalidad en Italia y Mis proposiciones sobre la escuela y la televisión) antes de su muerte que de alguna manera anticiparon y explicaron su asesinato a manos del adolescente marginal Giuseppe Pelosi (nota personal del autor de este blog: cuanto imbécil hoy la juega de “rupturista” por postear algo políticamente incorrecto en Twitter teniendo a este gigante que sí fue un auténtico revulsivo); transcribimos algunos párrafos, donde dice Italia o italianos ponga Argentina o argentinos:

“¿Qué es lo que transformó a los proletarios y subproletarios italianos substancialmente en pequeño burgueses, devorados además por las ganas de serlo también económicamente? ¿Qué es lo que transformó las “masas” de jóvenes en “masas” de criminaloides? Lo he dicho y repetido más de una decena de veces: una “segunda” revolución industrial, que en Italia es la “primera”; el consumismo, que ha destruido cínicamente un mundo “real”, transformándolo en una irrealidad total, en la que ya no hay elección posible entre el bien y el mal. De ahí la ambigüedad que caracteriza a los criminales, así como su ferocidad, producto de la falta absoluta de cualquier tipo de conflicto interior tradicional. Para ellos no hay elección entre el bien y el mal; aunque de todos modos ha habido una elección: se ha optado por el endurecimiento, por la ausencia total de piedad.

En Italia se lamenta la falta de una eficacia policiaca moderna contra la delincuencia. Lo que yo lamentaría, sobre todo, es la falta de una consciencia informada acerca de todo esto y la supervivencia de una retórica progresista que ya no tiene nada que ver con la realidad. Hoy hay que ser progresistas de otro modo, inventar una nueva manera de ser libres: sobre todo al juzgar, precisamente, a quienes han optado por no tener piedad. Hay que aceptar de una vez para siempre el fracaso de la tolerancia, que ha sido, por supuesto, una falsa tolerancia, y una de las causas más importantes de la degeneración de las masas de jóvenes. En definitiva, a la hora de juzgar hay que comportarse en consecuencia y no a priori -ese a priori progresista válido hasta hace unos diez años-.

(…) La escuela obligatoria es una escuela de iniciación a la calidad de vida burguesa: se enseñan cosas inútiles, estúpidas, falsas, moralistas, incluso en el mejor de los casos –es decir, cuando se invita aduladoramente a aplicar la falsa democraticidad de la autogestión, de la descentralización, etcétera: un lío enorme-. Además, una noción sólo es dinámica si incorpora su propio despliegue y profundización: aprender un poco de historia tiene sentido sólo si se proyecta hacia el futuro la posibilidad de una cultura histórica real. De lo contrario las nociones se marchitan, al carecer de futuro nacen muertas, y su función no es otra, pues, que la de crear, en su conjunto, un pequeño burgués esclavo en lugar de un proletario o subproletario libre –es decir, perteneciente a otra cultura que le deja virgen para entender ocasionalmente nuevas cosas reales, mientras está muy claro que el que ha pasado por la escuela obligatoria está prisionero de su ínfimo círculo de saber y se escandaliza ante cualquier novedad-.

(…) En cuanto a la televisión, no quiero añadir más: lo que acabo de decir sobre la escuela obligatoria se multiplica infinitamente con la televisión, puesto que no se trata de una enseñanza sino de un “ejemplo”. Es decir: la televisión no propone “modelos” sino que los representa. Y si los modelos son esos, ¿cómo se puede pretender que la juventud más expuesta e indefensa no sea criminaloide o criminal? Ha sido la televisión la que prácticamente –no es más que un medio-, ha puesto fin a la era de la piedad y ha empezado la era del hedonismo. Una era en la que unos jóvenes a la vez presuntuosos y frustrados a causa de la estupidez y la inalcanzabilidad de los modelos que les proponen la escuela y la televisión tienden inexorablemente a ser agresivos hasta la delincuencia o pasivos hasta la infelicidad –que no es una culpa menor-“.

Notas:

1- Para conocer más acerca de la vida de Juan Julio Roqué recomiendo ver el documental realizado por su hija María Inés, Papá Iván.

2- Para acercarse  a la obra de Pier Paolo Pasolini ir a este enlace

 

- ¿Qué pensó Marx sobre el problema nacional?

La posición histórica del marxismo no ha sido unívoca ni uniforme. En sus primeros escritos Marx y Engels tenían, junto a su humanismo universalista y al internacionalismo, un punto de vista cosmopolita, sintetizado en la expresión “los trabajadores no tienen patria” del Manifiesto comunista (1848). Ese mismo año Engels escribía: “En América hemos presenciado la conquista de México la que nos ha complacido. Constituye un progreso, también, que un país ocupado hasta el presente exclusivamente de sí mismo, desgarrado por perpetuas guerras civiles e impedido de todo desarrollo, un país que en el mejor de los casos estaba a punto de caer en el vasallaje industrial de Inglaterra, que un país semejante sea lanzado por la violencia al movimiento histórico. Es en interés de su propio desarrollo que México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos” (1848). Apenas un año después Engels se pregunta: “¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?” (1849). En sus artículos sobre “La dominación británica en la India” (1853) Marx justifica la penetración del colonialismo inglés en el oriente en nombre del “progreso histórico” (aún cuando se queja en el terreno ético de los métodos salvajes de los británicos). En ese horizonte Engels hacía suya la concepción de Hegel sobre los “Pueblos sin historia”, naciones periféricas condenadas, supuestamente, a no tener un estado propio. El triste y erróneo artículo de Marx sobre Simón Bolívar (enero de 1858) constituye probablemente la última prolongación de ese paradigma eurocéntrico, moderno, cosmopolita y progresista del Manifiesto comunista. A partir de allí Marx y Engels revisan su propia teoría, amplían notablemente su mirada del mundo (empiezan a hacerlo estudiando el comercio exterior de Inglaterra y sus colonias), comienzan a simpatizar con las rebeldías del mundo periférico, colonial y dependiente y reflexionan agudamente sobre el problema nacional desde un ángulo completamente distinto. Desde fines de la década de 1850 y sobre todo en las de 1860 y 1870, abandonan el cosmopolitismo, conservando el internacionalismo, pero articulado ahora con una mayor comprensión del problema nacional. En su trayectoria teórica y científica se produce una fuerte discontinuidad y un viraje donde radicalizan su crítica del capital europeo occidental y su expansión “progresista” que aplasta los pueblos y somete las naciones de la periferia colonial o dependiente. Irrumpen entonces en su producción teórica India, China, Birmania, Rusia, Persia, islas Jónicas, América Latina, África e incluso en el interior de Europa las “atrasadas” Irlanda, Polonia y España.

- ¿A qué conclusión política llegan Marx y Engels a partir de ese viraje teórico?

Estudiando en 1854 la revolución española Marx lee una frase programática y emblemática que lo deslumbra, pronunciada en 1810 por el indio americano Dionisio Inca Yupanqui en las cortes de Cádiz: “Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre” (Yupanqui se refiere a la opresión del pueblo español sobre los pueblos indígenas y mestizos de Nuestra América). Marx la hace suya y la aplicará en 1869 cuando se ocupe de Irlanda, reformulando la expresión de Yupanqui para el caso del proletariado inglés y el pueblo de su colonia Irlanda (Lenin utilizará reiteradamente la expresión que Marx adopta del indígena Yupanqui en sus escritos sobre la cuestión nacional, lo cual demuestra que los americanos hemos contribuido también a la gestación del marxismo, incluso del marxismo clásico europeo).

El proletariado inglés —supuestamente depositario de “la misión civilizadora del progreso”— no liberará las colonias; son las colonias las que se liberarán a sí mismas, posibilitando la emancipación del proletariado metropolitano. Una inversión completa del eurocentrismo colonial y del cosmopolitismo “progresista”.
Esa crítica ácida contra el eurocentrismo y el euro occidentalismo desarrollada en sus escritos sobre China de 1853 y en los Grundrisse [primeros borradores de 1857-58 de El Capital] se profundizará aún más en la carta de Marx de 1877 a la redacción del periódico ruso Anales de la patria y en los extensos borradores de su correspondencia de 1881 con Vera Zasulich, así como también en sus Apuntes etnológicos de 1880-1882. En todos esos materiales de madurez Marx ubica en el centro de sus reflexiones teóricas a la periferia del sistema mundial capitalista, al mundo colonial y dependiente, sometiendo a crítica la mirada cosmopolita, ingenuamente apologista del “progreso”. Abandona terminantemente el cosmopolitismo y defiende con entusiasmo las causas nacionales de Irlanda, Polonia y otros países sometidos que luchan por su liberación nacional. Incluso en esa época, según revela su correspondencia, simpatiza abiertamente con los métodos de lucha armada de los irlandeses y los populistas rusos que realizan atentados contra el zar. En su corpus teórico de madurez el eje se desplazó del centro europeo a las periferias coloniales y dependientes. Marx no duda en apoyar la lucha armada de estos pueblos rebeldes.
¡Cuánto desconocimiento y cuanta ignorancia sobre Marx tienen los supuestos “eruditos” académicos del marxismo que utilizan frases sueltas y descontextualizadas de este genio del pensamiento para desconocer el papel del imperialismo contemporáneo, apoyando bochornosamente con jerga “de izquierda” y poses supuestamente “internacionalistas” los bombardeos neocoloniales del Pentágono y la OTAN en Libia, las guerras de saqueo en Afganistán e Irak, las intervenciones norteamericanas en Siria y Venezuela y muchas otras hazañas “humanitarias” del imperialismo! Desde ese ángulo, pretendidamente cosmopolita y eurocéntrico, han llegado a apoyar a Margaret Thatcher y su aventura neocolonial en nuestras islas Malvinas, donde la OTAN construyó una base militar nuclear.

- ¿Cuáles han sido los debates históricos en el marxismo posterior a Marx en torno a la cuestión nacional?

Después de Marx lamentablemente la Segunda Internacional desconoce el viraje teórico del maestro, retrocede y vuelve a incurrir en el peor eurocentrismo. Para la socialdemocracia el socialismo es cuestión de gente blanca, urbana y europea. Así pensaban H. van Kol, Emilio Vandervelde y muchos otros reformistas. En el congreso de la II Internacional de 1907, en Stuttgart, las posiciones que declaraban “no repudiar ni en principio ni para siempre toda forma de colonialismo, el cual, bajo un sistema socialista, podría cumplir una misión civilizadora” ganaron la adhesión de casi la mitad de la Internacional. Patético. Sólo Lenin y Rosa Luxemburg (aún discrepando entre sí sobre Polonia) se animaron a arremeter contra semejante engendro eurocéntrico. Lenin fue el más radical planteando como programa político estratégico la doctrina de la autodeterminación de las naciones, sin vasallaje imperial o colonial de ningún tipo, ni “humanitario”, ni “civilizado” ni “socialista”.

De este modo Lenin abre el comunismo e incorpora en la revolución mundial a todas las culturas y naciones del Tercer Mundo. Ho Chi Minh recuerda en sus memorias cómo se puso a llorar de emoción cuando leyó a Lenin, pues hasta ese momento la Internacional era cosa de “blancos europeos y civilizados”. Los amarillos, los negros, los indígenas, los mestizos y todo el mundo colonial, semicolonial y dependiente no entraban en “el colonialismo socialista” de la Segunda Internacional. Pero la apertura y el brillo de Lenin duraron poco. Tras su muerte, Stalin sacrifica el internacionalismo alcanzado subordinándolo a la razón de Estado y al interés estatal de Rusia con su doctrina del “socialismo en un solo país” que no sólo no resolvió el problema nacional sino que multiplicó una serie infinita de discordias y odios nacionales en los pueblos y culturas a los que se les negó la autodeterminación y se les impuso el idioma ruso por la fuerza.
En términos generales, en todos esos casos—desde el eurocentrismo occidentalista hasta la posición leninista de la autodeterminación de las naciones— la disyuntiva giraba en torno a naciones ya constituidas oprimidas por grandes potencias.
En nuestra América Mariátegui aborda el problema desde un nuevo ángulo, ya que en nuestro continente las naciones no están plenamente constituidas. Las repúblicas heredadas de las primeras guerras de independencia (donde Bolívar y San Martín triunfan sobre el colonialismo europeo) son repúblicas bananeras hegemonizadas por las mezquinas y miopes clases dominantes criollas, patrias chicas y retazos fragmentados de la Patria Grande bolivariana. De la gran nación unificada a escala continental con la que soñaba Bolívar pasamos —gracias a la mano pérfida de Inglaterra y Estados Unidos— a más de 20 republiquetas, enemistadas entre sí (a tal punto que en Centro América hubo guerras hasta por el fútbol), que además oprimen a los pueblos originarios con una institucionalidad burguesa y oligárquica. Por eso Mariátegui reformula “la cuestión nacional” de los clásicos del marxismo europeo desde un ángulo muy novedoso. A partir de la revolución cubana y el auge de la insurgencia continental de los 60 y 70, comienzan a reivindicarse las primeras guerras de independencia de la Patria Grande como parte constitutiva del proyecto socialista y comunista contemporáneo.

- ¿Cómo pensás que pueden articularse las luchas de liberación nacional o las reivindicaciones identitarias particulares, con la lucha anticapitalista y por el socialismo que es profundamente internacionalista?

La fórmula clásica según la cual la revolución socialista es “internacional por el contenido, nacional por la forma” me resulta hoy un poco esquemática. No creo que la identidad nacional latinoamericana sea simplemente un problema de “forma”, una presentación “folclórica”, externa y decorativa de algo que ya está completamente masticado y acabado. No existe un modelo universal (extraído de Europa occidental) que “se aplica” mecánicamente país por país, según las variaciones idiosincráticas del folclore local. La historia nacional está presente también en el contenido de las revoluciones de liberación nacional y social. Ejemplo: para la revolución cubana la herencia de Martí no es un adorno decorativo externo sino parte de su misma conformación y gestación histórica.
Por otro lado, no pondría en el mismo plano las luchas de liberación nacional a escala continental —sobre todo en perspectiva bolivariana, a escala de la Patria Grande— y los conflictos de dominación clasista —la lucha de clases— junto con los problemas de reivindicaciones identitarias, como la cuestión de género y las múltiples opciones de diversidad sexual, la cuestión del racismo u otras análogas. Todas esas perspectivas de análisis son legítimas y validas ya que abordan distintos tipos de opresión bajo el capitalismo pero se desarrollan y despliegan en planos diferentes de la lucha, no siempre equivalentes ni simétricos. ¿Dónde estaría la diferencia específica entre estas problemáticas? En su capacidad de aglutinar, convocar y articular rebeldías diversas contra el sistema capitalista. La Academia norteamericana y la francesa han elaborado y difundido una cantidad abrumadora de literatura teórica y política destinada a convencer al movimiento popular de que el mejor de los mundos posibles gira en torno a las luchas de gueto, a las reformas institucionales puntuales, a los juegos de lenguajes recíprocamente ajenos, intraducibles e inconmensurables de cada movimiento social. Esas academias y el pensamiento posmoderno han insistido durante 30 años que cualquier articulación totalizante que reúna las múltiples rebeldías en un frente común contra el capitalismo y el imperialismo es… “opresiva”, “sustitucionista” y en última instancia “totalitaria”. Curiosamente para ser libertario y políticamente “radical”… hay que conformarse con reformas institucionales que den cuenta de identidades particulares (por ejemplo, leyes antirracistas que protejan al pueblo judío de la marginación, ley del matrimonio igualitario para el movimiento gay, programas de discriminación positiva para los negros y negras afrodescendientes, etc.). Reformas institucionales en defensa de “la diversidad” plenamente compatibles con el sistema capitalista. No casualmente en EEUU, la potencia imperialista más opresiva, vigilante y represora del mundo (como reconocen el más teórico Noam Chomsky o el más práctico Snowden), hay generales gays, un presidente negro, ministros de origen judío y torturadoras mujeres. Un gran respeto por “la diversidad”… siempre dentro del capitalismo y el imperialismo, por supuesto.
A contramano de posmodernos y multiculturalistas, el gran desafío del marxismo revolucionario latinoamericano consiste en poder articular todas las rebeldías multicolores en un proyecto colectivo de hegemonía socialista apuntando a construir a escala de la Patria Grande ese sueño inacabado e inconcluso de Simón Bolívar cuando dijo “Para nosotros la patria es América”, así como para Martí “Patria es humanidad”. El socialismo y el comunismo internacionalistas no son grises, tienen múltiples colores. El rojo, si quiere triunfar sobre el capitalismo y el imperialismo, tiene que ser la síntesis integradora y aglutinadora de ese arco iris multicolor donde no pueden estar ausentes la identidad cultural de nuestros pueblos y la emancipación nacional de la Patria Grande, proyecto todavía inconcluso de nuestros primeros libertadores y libertadoras.

- ¿Cómo se ha pensado la cuestión nacional desde el guevarismo? ¿Cómo la abordó el PRT de Argentina?

El Che Guevara no es una estrella solitaria, sino uno de los máximos exponentes de la revolución cubana y latinoamericana. Esa revolución se inspira, ya desde el asalto al cuartel Moncada de 1953, en el programa de José Martí. Más tarde, habiendo triunfado sobre el enemigo imperialista y la burguesía lumpen, mafiosa y prostituída de la isla, la revolución cubana sintetiza su mirada del problema nacional en la Segunda Declaración de La Habana, combinando tareas nacionales-antimperialistas con las específicamente socialistas. Hijo de ese horizonte, el Che comunista e internacionalista, recupera al mismo tiempo a San Martín (discurso del 25 de mayo de 1962 en La Habana), a Bolívar (en sus Cuadernos de lectura de Bolivia) y a Martí (en “Notas para el estudio de la ideología de la revolución cubana”). Según Pombo, sobreviviente de la guerrilla de Bolivia, el Che compartía con sus compañeros las lecturas sobre Juana Azurduy y la guerra de guerrillas de las republiquetas del Alto Perú contra el colonialismo español. Aprendiendo del Che, diversos exponentes del guevarismo latinoamericano se esforzaron por sintetizar el método, la concepción del mundo y de la vida y la ideología marxista con las tradiciones nacionales indo-latino-nuestroamericanas. Desde Carlos Fonseca a Miguel Enríquez, desde Raúl Sendic a Roque Dalton, desde Camilo Torres a Manuel Marulanda Velez, incluyendo en esa familia continental al argentino Mario Roberto Santucho.
No casualmente el PRT [Partido Revolucionario de los Trabajadores] elige la bandera latinoamericana (no sólo argentina) del ejército de los Andes de San Martín para identificar sus emblemas en la fundación del ERP [Ejército Revolucionario del Pueblo]. Plantear que “no hay nada que reivindicar de la lucha independentista del siglo 19 porque allí no había obreros” me parece expresión de una aguda ignorancia e incomprensión del marxismo y de su metodología histórica. Ese internacionalismo abstracto, pretendidamente cosmopolita e ignorante de nuestra historia en nombre del “clasismo”, está más cerca del tímido reformista Juan B. Justo (que nunca entendió ni al colonialismo ni al imperialismo) que del Che Guevara, Lenin y sobre todo del propio Marx.

- ¿En qué sentido pensás que los sentidos atribuidos y asignados a la noción de patria, a los símbolos nacionales, forman parte de la disputa ideológica?

Julio Antonio Mella solía repetir que la palabra “patria” en manos de la burguesía es como un tambor, suena muy fuerte pero está vacía. En cambio cuando son los sectores populares los que apelan a la tradición patriótica y nacional, el concepto de “patria” adquiere un sentido completamente distinto. Fundamentalmente en países como los nuestros, donde la dependencia jamás desapareció (incluso se profundizó), aunque la palabra “dependencia” haya circulado menos en la academia de los últimos 30 años. Que se utilice menos la palabra no significa que haya desaparecido la realidad que ese término designa. Lejos estamos del giro lingüístico donde todo queda prisionero del lenguaje y se evapora la realidad social. Más allá de los discursos y las palabras hay un mundo. En ese mundo social existe lucha de clases. En el ámbito de la cultura y la reproducción cotidiana del orden social, nada queda al margen de esa lucha de clases. Incluyendo la historia nacional y sus símbolos patrios. El San Martín de Videla (supuestamente un general blanquito y europeo, enemigo de Bolívar) y el de Robi Santucho o Rodolfo Walsh (concebido como un patriota latinoamericano, defensor de la Patria Grande, amigo y compañero de Bolívar) no sólo son distintos sino opuestos y antagónicos. El mismo año (1970) en que el genocida y torturador ejército argentino financiaba y producía la película El Santo de la Espada sobre San Martín, el ERP adoptaba su bandera como símbolo revolucionario. Quien controle el pasado, manejará el presente escribía George Orwell. Emancipar el pasado para liberar el futuro es la tarea del momento. La disputa del año 2010 por el Bicentenario de la independencia lo ha demostrado de manera muy clara.

- ¿Qué baches encontraste en la historia oficial cuando estudiaste los procesos de revoluciones de independencia en América latina y en el Río de la Plata?

En primer lugar, el eurocentrismo, que sigue gozando de prestigio hoy en día, bajo diversos ropajes. “Nuestra América se liberó… gracias a la invasión napoleónica de España. Napoleón es un derivado de la revolución francesa. Por lo tanto, sin revolución francesa, no existiría la independencia de Nuestra América”. Un relato sesgado, unilateral, deformado, que desconoce 500 años de resistencia continental y el ciclo que inician Tupac Amaru en 1780 y Haití una década después y que sólo concluye en 1824 con la batalla de Ayacucho. El historiador francés Pierre Chaunu —repetido en las academias hasta el cansancio— lo sintetizó diciendo que los latinoamericanos no nos independizamos, recibimos (como un regalo) la independencia. Falso, miserable, altanero y petulante.
En segundo lugar, la construcción de mitos, falsas dicotomías y panteones de la escuela del general Bartolomé Mitre, continuados por Sarmiento y Levene, a quienes se agregaron la Academia Argentina de la Historia (núcleo del gorilaje académico) y el Instituto Nacional Sanmartiniano (fundado por el ultracatólico José Pacífico Otero en el Círculo Militar). Esta corriente opone San Martín contra Bolívar, pretende desconocer el Plan revolucionario de operaciones de Mariano Moreno y condensa un elitismo insoportable. Eso en cuanto a la historia oficial, de factura liberal-conservadora y brutalmente eurocéntrica.

Por oposición a ella, el revisionismo rosista y católico, invirtió la ecuación liberal dejando intactos los términos. San Martín se convierte en un represor, la mazorca rosista en un modelo a imitar y así de seguido.
La historiografía mitrista liberal fue luego reemplazada en la historia oficial y en la Academia por el relato posmoderno según el cual rastrear las raíces de las luchas independentistas es incurrir en un supuesto “mito del origen”, una impugnación que apunta a deslegitimar todo lo que contribuya a fortalecer la memoria histórica y la autoestima popular, dimensiones fundamentales de cualquier resistencia y proyecto revolucionario. Para el posmodernismo todo es “mito” menos… el mercado, la republica parlamentaria y el capitalismo.
Finalmente me encontré con la producción historiográfica de gente bien intencionada, con voluntad de fidelidad a Marx (en general al Marx cosmopolita previo a su viraje sobre el problema colonial y nacional), pero que seguía presa de modelos eurocéntricos y tipos ideales extraídos de la revolución industrial inglesa y la revolución política francesa. Una metodología que les impedía, a pesar de sus buenas intenciones, ajustar cuentas y hacer un beneficio de inventario con la historia apologética y oficial de la burguesía argentina. Para esta corriente, Sarmiento es un ídolo (tanto en el caso de la historiografía del stalinismo como en la del trotskismo), Bolívar un populista bonapartista y la clave de nuestra historia está en…. “el desarrollo de las fuerzas productivas”. Por lo tanto, la mayor parte de las resistencias frente al colonialismo europeo terminan condenadas “porque no tenían un programa para desarrollar las fuerzas productivas”. En nombre de Marx, se termina coincidiendo con el aplauso apologético a los vencedores y la condena a los que resistieron. En algunos casos extremos se termina insultando a Bolívar para aplaudir a Bernardino Rivadavia (su gran enemigo argentino, paralelo a su enemigo colombiano Santander) o incluso se festeja la feroz y mugrienta guerra al Paraguay porque supuestamente…. “desarrolló las fuerzas productivas”.
Frente a tantos equívocos historiográficos defendemos la pertinencia de una nueva mirada de nuestra historia, desde abajo y desde un ángulo marxista latinoamericano y descolonizador. Una nueva mirada de nuestras guerras de independencia y de nuestra lucha de clases, que reivindique con orgullo y con honor a nuestros miles y miles de masacradas y asesinados mientras resistían y luchaban heroicamente contra el colonialismo, hayan tenido o no un programa completo y explicitado hasta el más mínimo detalle para desarrollar las fuerzas productivas.

- ¿Por qué y qué reivindicar de la figura de Bolívar?

De Bolívar reivindicamos su proyecto de liberación continental (independencia de España pero también integración regional y unidad continental), la conjugación de la lucha nacional y social (liberación de la esclavitud 50 años antes que EEUU y emancipación de la servidumbre de los pueblos originarios), su antimperialismo (identifica estratégicamente a EEUU como enemigo histórico de Nuestra América) y su doctrina político militar revolucionaria del pueblo en armas, condición de su triunfo sobre el colonialismo europeo luego de varias derrotas.
Bolívar constituye hoy un símbolo de rebeldía continental, como el Che Guevara quien, dicho sea de paso, era un convencido bolivariano (en su mochila guerrillera de Bolivia Guevara tenía reproducido el poema de Neruda en homenaje a Bolívar donde éste declara “despierto cada 100 años cuando despierta el pueblo”). Su visionario proyecto de Patria Grande, todavía inconcluso y pendiente, se ha tornado más actual que nunca en tiempos de globalización. La Patria Grande soñada por Bolívar (compartida por Miranda, San Martín, Mariano Moreno, Artigas y tantos otros y otras) nace en sus escritos en la Carta de Jamaica de 1815 y en el Congreso de Panamá de 1826 enfrentando la doctrina Monroe de 1823 cuyo lema “América para los americanos” condensa el proyecto geoestratégico del imperialismo norteamericano. No es casual que los documentos de Santa Fe IV, elaborados por los estrategas político-militares del Pentágono, identifiquen a Simón Bolívar (junto con la teología de la liberación y Antonio Gramsci) como uno de los principales enemigos actuales de Estados Unidos.

(Entrevista a Néstor Kohan para el periódico «LA LLAMARADA»)

Con delay: Living Colour en el Gran Rex, 12/09/2013

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Por motivos de tiempo no pude escribir esta pequeña crónica en su momento pero bien vale la pena hacerlo ahora porque quiero rescatar cosas que los periodistas especializados suelen pasar por alto y que para mí, por diversos motivos, son importantes. Es sabido que por razones de costos los músicos de afuera suelen llegar a estas costas si tienen alguna fecha programada en otro país, especialmente Brasil y así fue en esta ocasión, donde al día siguiente del show en Buenos Aires se presentaron en el Rock in Río.

El motivo-excusa del show fue festejar los 25 años de la salida del (genial) primer CD de la banda, Vivid (1988), plagado de futuros hits como Cult of Personality, Open Letter (to a Landlord), Glamour Boys y What’s Your Favorite Colour?. Tocaron el disco entero –por eso quedó afuera del set list un temazo como Solace of You (de Time’s Up, 1990)- y para los bises hicieron Should I Stay or Should I Go de los Clash y Sunshine of Your Love de Cream, donde invitaron a cantar a Tarja Turunen (ex Nightwish), quién vive en nuestro país; no hace falta decir que Tarja es una cantante de la ostia pero para ser sincero en verdad su estilo de canto operístico -para mi gusto- no pegó demasiado con el tema ni el estilo de la banda. Si bien la carrera de los Living Colour no es muy prolífica en cuánto a discos editados se puede afirmar sin ninguna duda que a influenciado a un montón de bandas; calificados alguna vez como los únicos negros que pueden tocar heavy metal su estilo es único. Sí, hacen heavy metal (Cult of Personality quizás el el ejemplo más claro) pero es solo una parte, todo va mixturado con hip-hop, soul, funk y hasta se le animan al straight ahead.

El show: Potentísimo, caliente, con los músicos dando lo mejor de sí; impresionante la base formada por Doug Wimbish (bajo) y Will Calhoun (batería), con toda la técnica, el ardor y el groove que necesita un cuasi power trio, no pifiaron una. Vernon Reid (guitarra), un monstruo, no solo los punteos incendiarios y a toda velocidad que le son conocidos también sabe manejar sutiles arpegios y arreglos y párrafo aparte para Corey Glover (voz), 49 años y con las cuerdas vocales intactas; obvio que ya no puede usar las calzas de su juventud pero mantuvo la voz durante todo el show (y hay que estar casi todo el tiempo cantando bien arriba). Todos hiperprofesionales sin perder la frescura.

Lo mejor: La hermosa sensación de músicos que rondan todos los 50 años y que se mantengan tan en forma sin robar con un pasado de gloria. Muy buena también la duración, 1h 40’ contando los bises, será que ya estoy viejo pero los shows kilométricos suelen ser aburridos, sobre todo cuando se rellenan con esas partecitas de egos personales prescindibles llamadas solos. Teatro lleno, con entradas a $400 y un jueves, tremenda la crisis en Argentina.

Sonido: Muy bueno, salvo pequeños desfasajes (como en el solo de batería de Calhoun). Otra certeza: No hay nada como ir a ver un show a un teatro, por acústica y porque tenes a los músicos cerca sin boludos saltando al lado tuyo y coreando sobre los riffs, como suele suceder en los estadios. Muchachos, el único coreo digno es el que hacen en Simphony of Destruction (Megadeth, aguante Megadeth…), vayan a la cancha a cantar, yo quiero escuchar a los músicos, no a ustedes. Hubo algún intento de cantito futbolero pero no pasó de ahí.

Lo peor: La infaltable demagogia de la bandera argentina, algún productor debería decirles a los músicos que siempre es un detalle de mal gusto; el sonido en los bises (¿para que subirlo a 110db de presión sonora?), el atraso en el inicio del show (40’ de demora), el solo de batería (Calhoun, sos capo, no hacía falta ni nadie se pone en éxtasis por la oscuridad y los palillos con leds). Todas cosas mínimas comparadas con el resto.

Calificación: 5 Gramscis – Excelente

 

Open Letter to a Landlord by Living Colour on Grooveshark

El Trotskismo al servicio del Imperialismo

En la imagen: arriba marcha en Argentina de Izquierda Socialista, integrante de unión transitoria de empresas autodenominada Frente de Izquierda y de los Trabajadores,  los mismos que agitaron con entusiasmo las banderas rojas en los actos de la oligarquía durante el intento de golpe agro-patronal del 2008; debajo, banner del sitio de la Corriente Roja de España, afiliado a la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional

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No hay ninguna duda de que Siria es ahora el principal lugar de expansión imperialista. Estados Unidos dice abiertamente que está apoyando, financiando, armando la oposición. No tienen nada de rebeldes, de disidentes, de demócratas, son bandas de terroristas que operan con el respaldo imperial que son un conglomerado de liberales, asaltantes, terroristas, fundamentalistas. No hay nada democrático, no hay nada nacionalista, no hay nada en este conglomerado que pudiéramos decir que representa la voluntad del pueblo sirio. El pueblo sirio tal vez tiene sus críticas a Al Assad, tal vez quiera cambios, pero no a partir de la intervención imperialista, son ellos que quieren decidir su futuro democrático, pacífico e independiente. No quieren pasar del gobierno de Al Assad a un dominio imperialista. Eso es muy claro y debemos respetarlo y poner mucha distancia de las bandas trotskistas que han apoyado esta intervención imperialista llamándola revolución democrática. Otra vez tenemos un ejemplo de este fallo de los trotskistas que confunden sus ilusiones con las realidades en el mundo.

James Petras

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Los “combatientes de la libertad” trotskistas, curiosamente fanáticos religiosos wahabistas que quieren terminar con el último estado laico de Medio Oriente, ejecutando soldados del ejército sirio:

Otro “compañero revolucionario”, que para llevar la luz de la revolución socialista pura e inmaculada se come el corazón de un soldado sirio muerto:

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No hay sorpresas, ya lo dijo Fidel hace muchos años atrás: El trotskismo, instrumento vulgar del imperialismo y la reacción

Ahora, en cualquier parte del Conurbano profundo

Donde lo nuevo es lo viejo y viceversa

Tropa PJ de Elite de Karl Albert en Vimeo.

Decíamos que decíamos hace un tiempo, antes de las PASO…

Lo escribíamos también, allá por febrero: El Plan está

Panic Show

pánico, ca.

(Del lat. panĭcus, y este del gr. Πανικός).

1. adj. Referente al dios Pan.

2. adj. Se dice del miedo extremado o del terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso. Usado también como sustantivo masculino.

tener pánico a alguien o algo.

1. loc. verb. Tener temor.

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Quedándote o yéndote by Luis Alberto Spinetta on Grooveshark

Jean-Loup Amselle
P- ¿Cree usted que asistimos a un aumento de las reivindicaciones identitarias?

R - Yo creo que asistimos a un doble fenómeno de reivindicación identitaria. Como muestro en mi libro, vemos reivindicaciones simétricas; por una parte, crecen las reivindicaciones minoritarias por parte de los grupos que se sienten discriminados, oprimidos, marginados: los “negros”, los “mestizos”, pero igualmente toda la movida LGBT, e incluso, ahora, los disminuidos con necesidades especiales. En conjunto, asistimos a un fenómeno de captación de esas reivindicaciones por los que yo llamo “empresarios de etnicidad y de memoria”. Hablan en nombre de esos grupos, constituidos por ellos mismos y de los que se proclaman portavoces, a fin de monopolizar en beneficio propio unas reivindicaciones inicialmente poco articuladas y muy dispersas. En efecto, ya se trate de categorías étnicas o de fenómenos de “género”, los “miembros” de esos grupos no se proclaman permanentemente como parte de ellos. Un “negro” o un “mestizo” no se define constantemente como tal. La identidad es múltiple, está en función del contexto de interlocución, de tal o cual persona con la que dialogas. A la inversa, las reivindicaciones monopolizadas por esos empresarios de etnicidad y de memoria encierran a los actores sociales en mono identidades (…) el discurso público está literalmente infestado por el culturalismo, con una tendencia al a distribución identitaria que me parece muy dañina.

P - ¿Por qué se han multiplicado estas reivindicaciones minoritarias en estos últimos tiempos?

R - Esto va ligado al declive de lo social. Ese declive junto con el del universalismo es continuo desde 1968. Es un fenómeno lento, que procede también de la descalificación del prisma analítico del marxismo, habida cuenta de la difamación sufrida por el marxismo como intrínsecamente vinculado al totalitarismo. Esa difamación del marxismo ha facilitado, en la coyuntura postsesantaiochesca, postmoderna, postcolonial, la substitución de un análisis en términos horizontales y de clases por una manera de cortar la sociedad en capas y rebanadas fragmentarias, lo que yo llamo las “entalladuras verticales”. Esta temática de los “fragmentos”, de la multitud, ha sido notoriamente formalizada por Toni Negri, pero también por toda la corriente conocida internacionalmente como French Theory. Esas identidades verticales (negro, mestizo, LGTB) se ven como más “glamorosas” que las identidades horizontales de clase. Esa izquierda gafa pasta, “etno eco bobalicona” preferirá, pues, las capas urbanas, los jóvenes, las minorías, etc.

P - A pesar de todo, esos “empresarios de etnicidad y de memoria” a que usted se refiere, ¿no tienen su utilidad? Las discriminaciones existen, y de qué manera...

R - Desde luego. A menudo se me contesta con este argumento. Pero yo no niego eso, en absoluto. ¡Claro que existen las discriminaciones! ¿Pero qué hay que poner en el primer plano? ¿Esas discriminaciones o la cuestión social? En lo que a mí hace, creo que la “discriminación positiva” esa incierta traducción de la affirmative action norteamericana es una tontería. Lo fundamental, a escala mundial, y particularmente en los países desarrollados, es el crecimiento de las desigualdades. Las discriminaciones distan por mucho de ser un fenómeno irrelevante, pero yo las veo como un fenómeno en segundo plano, al que se pone en primer plano para enmascarar las crecientes desigualdades de ingresos en los países desarrollados. La discriminación positiva, que buscar mitigar esas discriminaciones, resulta, por lo demás, perfectamente compatible con la economía liberal. Por otra parte, todo eso va de la mano del auge de fenómenos de marketing étnico. Ya se sabe, el mercado no se dirige a individuos atomizados, sino a categorías de clientelas. Las empresas saben muy bien que hay que segmentar el mercado. Así han logrado crear un mercado de cosméticos para negros, un mercado hallal para los musulmanes, un mercado dirigido a los gays, etc.

P - ¿De verdad cree usted que eliminando las desigualdades económicas desaparecerían las discriminaciones?

R - No. Yo no he dicho tal cosa. Lo repito: el racismo y las discriminaciones existen. Los negros y los mestizos tienen prohibida la entrada en ciertas salas de fiestas, nadie lo niega... Simplemente, lo que hay que hacer es luchar contra el racismo, contra quienes discriminan. Y eso no se hace buscando promover la supuesta “identidad” de los “grupos” constituidos.

P - ¿Qué replica usted a quienes consideran que el racismo vendría de arriba, que sería insuflado en el pueblo por las elites?

R - No estoy en absoluto de acuerdo con eso. ¿De qué elites estamos hablando? Si se habla de la elite política, se puede, en efecto, constatar la radicalización de la derecha, notoriamente con Nicolas Sarkozy. Pero esa derechización ha sido posible por varios factores. Por lo pronto, por el alejamiento del recuerdo de la II Guerra Mundial y el hecho de que el gaullismo haya dejado de existir. Luego, porque el descrédito lanzado sobre el comunismo y el marxismo ha privado a
la izquierda de su papel de verdadero contramodelo. En lo que hace a la izquierda multicultural y postcolonial, hay que decir que alimenta el fenómeno (…) Lo que una vez más demuestra la urgencia de alejarse de los planteamientos “societales” y regresar a lo social. Es preciso adaptarlo, pero hay que rehabilitar el marxismo. Eso, por una parte. Por otra, hay que recuperar el hilo republicano universalista.


Un extracto de “Hay que alejarse de planteamientos etnicistas y volver a la lucha de clases”
Entrevista a Jean-Loup Amselle, antropólogo africanista marxista

Ilusiones, inmediatismo y frustración

"En la fábrica producimos perfumes; en la perfumería vendemos ilusiones"

Charles Revson, fundador de Revlon

Hagamos el siguiente ejercicio: Tomemos diez personas y presentémosle el siguiente cuestionario:

1- Ud. puede optar por vivir en un país con dos tipos de regímenes; en uno de ellos el Estado le garantizará trabajo de por vida, una vivienda digna (sin lujos), 8 horas estrictas y no más de Lunes a Viernes, tiempo libre para el ocio creativo o no, para hacer deportes, educación pública gratuita y de calidad, salud ídem, 30 días de vacaciones anuales pagas, centros de veraneo en el país al alcance de todos, guarderías donde sus hijos queden a cargo de personal idóneo mientras trabaja y transporte público confortable, económico y con frecuencias respetadas a rajatabla y en todos los horarios. Y no tendría diferencias ni privilegios con respecto a otros.

2- O puede optar por otro donde nada de eso le sea garantizado pero si se esfuerza, es inteligente y le quita horas a su sueño podría tener una casa lujosa con servidumbre y en la mejor ubicación, dos automóviles, vacaciones en cualquier lugar del mundo (tanto como le permitan sus finanzas), centros de salud exclusivos, colegios donde se forjan los triunfadores del mañana, todas las noches podría optar por no cocinar porque para eso estarían los restaurantes que su ingreso le permitiría visitar y frecuentar clubes donde se encontraría con sus amigos, todos tan inteligentes como usted y esforzados hacedores de su propio destino. En caso de pérdida de su trabajo no se preocupe: Habrá acumulado tanto capital como para poder estar unos meses buscándolo pero en realidad su capacidad haría que encuentre otro enseguida, por eso el Estado no tendría necesidad de protegerlo. Nadie le impedirá desarrollar su natural creatividad, las cosas saldrán bien solo con que Ud. se lo proponga.

No se ilusione: Sin distingos de clase, tanto el desocupado, como el trabajador precarizado, como el trabajador en blanco, como el ejecutivo de una multinacional optaría por la opción 2, en una proporción de 9 sobre 10 casos.

El capitalismo está demostrando que ni siquiera funciona en los países centrales, donde la brecha entre ricos y pobres no deja de crecer; sin embargo la historia demuestra que es genialmente creativo renovándose y creando consenso, aún entre sus víctimas. A diferencia de lo que piensa la izquierda vulgar no es el aparato represivo del Estado (que sí, de última existe para ser utilizado) la ultima ratio que mantiene el status quo sino el triunfo de sus ideas en la mente y los corazones de las mayorías, que obviamente están bien lejos del festín de los pocos. ¿Quienes consumen revistas como Hola o Caras? No precisamente los retratados en ellas sino mas bien la chica que en un barrio de la periferia aborda el colectivo llenísimo todos los días a las 6 AM, soñando con la vida de la nueva princesa encantada de turno que destilan sus páginas brillosas. ¿Si a ella le tocó, porqué a mi no?.

Entonces se esforzará como le dicen que haga y tal vez logre estudiar y tal vez acceda a un pequeño automóvil a crédito y tal vez se compre alguna ropa de marca y tal vez…hasta que un día descubre que sí, que objetivamente mejoró pero que no está alcanzando todos esos bienes que distinguen al triunfador. Y entonces empezará a crecer el rencor, principalmente contra ese gobierno que le permitió salir del colectivo repleto y que pasa cuándo quiere. Su vida pasada es un recuerdo a pisotear y tirar en el desván de los malos recuerdos: “Ahora quiero más, más, todo, ya, no dependo de nadie, me hice a mi misma”. De nada servirá explicarle que sin condiciones objetivas las mejores intenciones naufragan en la nada, que el esfuerzo en el desierto no produce agua. Desclasada, mirando a sus padres como lo que no quiere ser, la angustia del consumo perenne corroe sus días; entonces se vuelve en contra de ese Estado que le dio la oportunidad de crecer porque destina fondos a otros que no hicieron nada por si mismos. Sus objetos de deseo pregonan machaconamente desde los medios de comunicación que los dejen ganar mucho así el dinero se derrama hacia abajo, pero el pérfido poder insiste en desviar el maná hacia esos que ayer nomás fueron compañeros de desgracia pero de los que ni quiere guardar ni siquiera una foto en sepia.

Y ese es el punto donde nos encontramos con la prédica del capitalismo con rostro humano porque nada más lejos de la humanidad que un sistema donde para poder “ganar” necesariamente otros deben perder. No voy a citar cosas conocidas como que si todo el planeta tierra tuviera un nivel de consumo como el del Imperio la Humanidad terminaría ahogada por la súper producción de los gases causantes del efecto invernadero o muerta por una epidemia feroz de peste bubónica en las millones de toneladas de basura que no tendrían sitio donde ser recicladas y/o enterradas, podemos ir a algo mucho más palpable y cercano: Desde hace tiempo el gobierno se vanagloria acerca de los índices siempre en ascenso de la producción de automóviles; desde ya que nadie podría estar en contra de la generación de puestos de trabajo pero se minimizan sus efectos: ciudades al borde del colapso, un gasto increíblemente suntuario por el uso de un recurso no renovable y vital como el petróleo. Y esto dejó de ser patrimonio de la CABA, cualquier localidad importante del Conurbano sufre de los mismos efectos. En vez de desalentar el uso del individualista automóvil con medios de transporte públicos, económicos y eficientes se los han menospreciado hasta el punto de la tragedia.

Entonces, como el capitalismo es siempre tener más, no es de extrañar que los primigenios apoyos de un gobierno se transformen en sus más feroces detractores al no poder cumplir con el destino dorado que implícitamente lleva. Y no hay ninguna fuerza política que explique estas cosas, ni siquiera esa supuesta izquierda que deja todo supeditado a una insurrección espontánea de las mentes y los corazones, otro cuento de hadas que no resiste ni una línea de compasión, porque de hecho suponen que tarde o temprano llegará y en consecuencia no se ven con la necesidad de crear consenso y sentido común, algo que si entienden muy bien las clases dominantes, que lo crean todo el tiempo. El kirchnerismo en tanto versión “humana” del capitalismo está creando a sus propios enterradores, que no son los obreros como dijo Marx (obreros que por otra parte su máxima aspiración es ser patrones) sino esa clase media emergente que no logra conectar (ni desde la militancia se hace mucho para concientizar, hijos ellos también del mismo grupo social y que no van a romper la escalera por la que aspiran a ascender) que su actual condición tiene, claro que sí, parte de su esfuerzo individual pero también –y quizás en mayor medida- las condiciones externas aptas para su despliegue. Si culturalmente no se puede romper este círculo estamos en problemas.

No hay banalidad en el mal

el fascismo cotidiano

“La única película que podría hacer sobre ellos  -que no se ha rodado nunca y nunca se hará porque resultaría intolerable- sería rodar un campo desde el punto de vista de los verdugos, con sus problemas cotidianos. ¿Cómo hacer entrar un cuerpo humano de dos metros en un ataúd de 50 cm? ¿Cómo evacuar diez toneladas de brazos y piernas en un vagón de tres toneladas? ¿Cómo quemar a cien mujeres con gasolina para diez? Lo que sería insoportable no sería el horror que se desprendiera de tales escenas sino, bien al contrario, su aspecto perfectamente normal y humano”

Jean-Luc Godard, acerca de los campos de concentración nazis

Jean-Luc Godard por Jean-Luc Godard
Cahiers du Cinema - 1998, página 239

 

Paraguay, apuntes dispersos

Este post nació el domingo 21/04/2013 -día de la última elección presidencial en Paraguay que terminó consagrando al empresario Horacio Cartés, candidato por el Partido Colorado- en Twitter, mientras trataba de contar un poco ciertas cosas de nuestro país hermano, del que se conoce muy poco a pesar que nuestro suelo alberga a la comunidad de paraguayos más numerosa de todo el mundo y por lejos. También me vino a la mente una cosa que me dijo un viejo militante allá a principios de los ‘80: “Vos leíste mucho de las experiencias revolucionarias como la cubana o vietnamita pero poco de los procesos históricos de nuestra Patria Grande; la cuestión nacional pibe ¿No leíste a Gramsci?”.
Desde ese día le hice caso.

Dedicado a mi madre, la campesina paraguaya que encontró en Argentina su hogar y su natural redención en Perón y Evita.

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Mi primera visita a la tierra de mi madre fue cuando tenia 18 años, plena dictadura acá plena dictadura allá; en realidad la segunda pero la otra no cuenta porque era un bebé de meses. Toda mi familia más directamente vinculada son paraguayos de origen campesino pero también tengo familiares pertenecientes a la burguesía, colorados todos por opción o conveniencia. El concepto de familia es muy diferente en Paraguay, cuando me presentaban a otras personas decían (y dicen aún hoy) “es el nieto de tía Rosa”, pasaporte infalible que me legaba una inmensa cantidad de primos; averiguando un poco esos primos lo eran casi de refilón, te decían “yo soy el nieto del sobrino del padre del hermano de tía Rosa”. Pero en el trato para ellos soy tan primo como si hubiésemos crecido en el mismo pueblo.

En esa primera visita me tocó ir a Encarnación donde todavía vive uno de mis primos, odontólogo de profesión (la parte pudiente). Subsiste en Paraguay un respeto reverencial a la palabra “doctor” (o ingeniero, o arquitecto, siempre el nombre debe ir precedido del título universitario so pena de ser mal mirado), es difícil de explicar para el que nunca fue por allí porque es más que respeto, es una frontera que marca una separación densa y tajante en las relaciones humanas, como castas hindúes. Una tarde lo acompañe a comprar leña por la ruta que se había inaugurado hacía poco tiempo que une Encarnación con la ciudad en ese momento llamada Puerto Stroessner, hoy Ciudad del Este; a los pocos kilómetros paramos delante de una casucha misérrima de donde salió el dueño con su esposa y como 6 chiquitos, todos en patas (y no por gusto) y vestidos casi con harapos, el hombre se mal ganaba la vida hachando raquíticos árboles. Como dije al principio yo era apenas un muchachito que recién empezaba a tener ciertas inclinaciones ideológicas, todavía muy confusas y en búsqueda y ver eso fue como una especie de shock, mi primer contacto con la pobreza extrema, pero lo que más me llamó la atención es que el hombre no nos miraba a los ojos. Mi primo cargó tres enormes atados de leña en su rural Peugeot 504 (todo un lujo, francesa, por acá ni se conocía) y pagó algo así como $ 20 de los de hoy; en un momento le pregunto medio balbuceante (y tontamente) al hachero: “¿Pero Ud. como puede vivir así? No puede cobrar tan barato”, la respuesta fue algo así como “y bueno”.

Años después -con más lecturas y experiencia de vida- entendí toda la escena, en especial el no mirar a los ojos. El “inferior” suele tomar esa actitud con quién considera superior y eso sigue inalterable hasta el presente en Paraguay, país que en muchas cosas aún no entró siquiera en el capitalismo. La resignación la impuso a sangre y fuego 35 años de dictadura colorada.

Paraguay fue arrasado durante la Guerra de la Triple Infamia, un auténtico genocidio ocultado celosamente por los triunfadores. Al menos acá hemos tenido escritores revisionistas como José María Rosa que ardorosamente se preocuparon por escribir la otra historia (la verdadera historia) de un Paraguay pujante, con el primer alto horno de fundición de toda América Latina, el primer ferrocarril, que se auto-abastecía y protegía a su industria, algo intolerable para la corona británica que forzó la guerra. En Brasil directamente está prohibido por ley que en las escuelas se mencione aunque sea algún matiz que no concuerde con el discurso eternamente imperialista de Itamaraty; acá sabemos que Mitre –aparte de haber sido un cipayo genocida de pueblos originarios y genocida en Paraguay- fue un pésimo conductor militar. ¡En veinticuatro horas a los cuarteles, en quince días en Corrientes, en tres meses en Asunción! dijo. La guerra tan valiente de tres ejércitos contra uno duró casi seis años.

El famoso machismo paraguayo hunde sus raíces en el genocidio y es inentendible sin esa referencia histórica: se calcula que no más de 300 varones adultos quedaron vivos, la mayoría viejos; lógicamente tuvieron que ocupar el rol de padrillos inseminadores. Uno de los tíos de mi madre tuvo 30 hijos con 7 mujeres diferentes y en simultáneo; términos tales como monogamia, infidelidad o separación eran obviamente exotismos de otra galaxia en una población que quedó al borde de la desaparición biológica. Hasta nuestros días hay bastantes más mujeres que hombres y quedó la huella socialmente tolerada -aún por muchas féminas- que el hombre tenga más de una mujer.

Como si la Guerra de la Triple Infamia no hubiese bastado décadas después le fue impuesto a los ejércitos harapientos de Paraguay y Bolivia otra contienda absurda fogoneada por la Exxon y Shell: La Guerra del Chaco. Y todavía hoy debemos leer a canallas como Toni Negri y Michael Hardt negar el imperialismo made in USA.

Paraguay fue convertido por el Imperio en su portaaviones terrestre en América Latina para vigilar principalmente a sus peligrosos vecinos: Brasil y Argentina, no por casualidad su capital fue la sede del siniestro Plan Cóndor. Asunción –casi un pueblo comparado con la CABA- tiene el dudoso honor de tener una embajada norteamericana absolutamente desproporcionada con el tamaño de la ciudad, es enorme. Solo con ver esa terrible mole se entienden muchas cosas.

La izquierda paraguaya fue prolija y metódicamente exterminada durante los 35 años de dictadura colorada, una guerra de baja intensidad de la cual jamás se investigó nada. Cuerpos tirados en el monte, fosas comunes, todo eso se comenta en voz baja y en un círculo pequeño de familiares directamente afectados y ni siquiera en democracia –de bajísima intensidad pero democracia al fin- alguna vez se pudo organizar algo al respecto;el miedo inoculado parece perenne. Paraguay –exceptuando al paranoico USA- debe ser el único país en el mundo donde la Guerra Fría aún no terminó:  cualquier protesta social, por módica que sea, es calificada inmediatamente de “conspiración comunista” y tratada acordemente. El drama paraguayo jamás trascendió sus fronteras porque prácticamente no hubo movimientos insurgentes que alcanzaran algún grado de desarrollo, todos los intentos fueron arrasados en la cuna.

Es común entre las clases alta y media-alta (y que ha inficionado hasta a las subalternas) calificar alguna acción de la vida diaria que se considera no adecuada con el mote de “pareces de la campaña” (campesino). El racismo ha llegado hasta tal punto que muchos jóvenes se niegan a hablar en guaraní por ser el idioma de los pobres. Y eso que por ley es tan lengua oficial como el castellano y se enseña en las escuelas; una vez le pregunté a una de mis tantas primas ¿Cómo que no sabés hablar en guaraní? ¿Y cómo hacías en la escuela? – “Estudiaba de memoria” fue la respuesta.

En todo el cancionero paraguayo no se mezquinan loas y odas al “alma guaraní” y también se inflan el pecho con esa identidad las clases dominantes. Mientras tanto los guaraníes originarios viven en auténticos bantustanes, atontados con caña y en condiciones infrahumanas.

Fue política explícita de la dictadura stroessnerista-colorada no tener industrias, la industria trae los sindicatos, los sindicatos traen los reclamos y los reclamos traen el comunismo. Un ejemplo patético del subdesarrollo impuesto: El mango –una fruta deliciosa de clima tropical- crece en Paraguay tan fácil como un yuyo; los jugos en polvo y/o para diluir se hacen en… Chile.

Argentina tiene una fuerte influencia cultural y social en Paraguay; el programa de Tinelli es tan o más visto que acá, por poner un solo ejemplo pero a su vez los “curepas” somos resistidos; caso curioso porque quién verdadera y decididamente ocupa el rol protagónico en su economía y su historia es Brasil. Y no un rol de hermanos, sino como auténtica potencia imperial que les extrae hasta la última gota de riqueza posible; mucho Lula, mucho Dilma, mucho PT, pero Itamaraty no sabe de izquierdismos ni de hermandades latinoamericanas (algún día se hablará de la plena vigencia del sub-imperialismo brasileño). Es tal el nivel de influencia brasileña y la curiosa glorificación de la misma que los pibes cuando juegan al PES en la Playstation suelen elegir como su equipo a Brasil, ni siquiera a su propia selección nacional. Los hijos de la burguesía que quieren sacar más chapa que otros van a estudiar a Brasil, en especial a Curitiba; los menos pudientes vienen a la Argentina y las universidades paraguayas casi que se consideran que están destinadas a la grasada.

En las zonas de frontera no existe ni siquiera el portuñol, directamente se habla en portugués. Me ha tocado presenciar como muchos de sus habitantes tienen serias dificultades para expresarse en castellano; la radio y TV (de frecuencias potentísimas y que tapan a las emisoras locales) son todas provenientes de Brasil

A diferencia de Argentina durante el gobierno de Perón, Brasil jamás le devolvió a Paraguay los trofeos de guerra; Lula quiso hacerlo y se encontró con la cerrada negativa de sus Fuerzas Armadas (oh la glorificada democracia brasileña). El acuerdo binacional por la represa de Itaipú es un auténtico Estatuto del Coloniaje: En uno de sus puntos se menciona que Brasil, por causas de “seguridad nacional” (es decir, cualquier excusa podría entrar en esa categoría) tiene el derecho a ocupar militarmente toda la represa sin darle aviso a su vecino-socio.

Apenas el 10% de toda la energía producida por la represa de Itaipú es consumida por Paraguay (que a su vez representa el 72% de toda la energía utilizada internamente), el 90% restante por Brasil. Lo que podría ser una buena fuente de ingreso de divisas en un país que casi no exporta nada en realidad es un mendrugo del sub-imperialismo brasileño: Hasta el año 2009 Brasil le pagaba a Paraguay U$ 120 millones anuales por toda la energía consumida y a partir de allí empezó a pagar el triple, es decir U$ 360 millones, en un gesto de grandeza (?) del PT brasileño… que le agregó la cláusula que el 90% del total les sea vendida. Si Brasil y de un saque pasa a pagar por un bien esencial como la energía el triple significa dos cosas: Que la antigua tarifa era a precio de remate y la nueva a precio de ganga. Treinta años de explotación del vecino y aún faltan 20 más, cuando venza el Tratado firmado en 1973. ¿Mercosur? ¿What Mercosur?

Consuelo de tontos: De no estar el PT al mando del Palácio do Planalto Paraguay ni siquiera hubiese obtenido ese pancito extra para la humilde cena; El senador Aloysio Nunes Ferreira, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), opinó que "si le preguntamos a nuestros votantes si concuerdan en que votemos por aumentar su tarifa eléctrica para beneficiar al gobierno de Paraguay, tengo la certeza de que ninguno estaría de acuerdo". Y se quejó de que el acuerdo “no incluye ninguna garantía de que el gobierno paraguayo utilice el dinero adicional en beneficio de la población mediante obras de infraestructura, educación o seguridad pública”. Es el patrón diciéndole a su empleado en negro: usted no necesita ningún aumento y si lo necesita es porque piensa gastárselo en putas.

Más arriba mencioné que Paraguay es un país que no exporta casi nada y no fue un yerro involuntario porque lo que exporta no le agrega ningún valor a su economía, salvo su tradicional exportación de personas que lo mantiene a salvo de la implosión social. Al país con casi el 50% de pauperizada población campesina le cayó también la maldición del combo transgénico Monsanto: Soja RR (y aquí como allá van por más con la nueva súper soja Intacta RR2) + Roundup (glifosato); rápidamente –en un proceso bien conocido en Argentina- la mayoría de las tierras aptas fueron reconvertidas al cultivo del oro verde y compradas en mayor medida por brasileños y en menor por argentinos. Como el maná no deja de brotar la frontera agrícola se expandió derribando a su paso todo tipo de cultivo familiar desalojando a tiros a los terroristas resistentes que aún tienen la osadía de vivir de lo que producen. Hoy es el sexto productor mundial de soja.

Y a tiros no es una metáfora sino la más cruda realidad; los episodios de violentos desalojos de campesinos son moneda diaria silenciados por los medios de comunicación de la burguesía, que son TODOS los existentes: La Radio Nacional del Paraguay hasta 1989 se dedicó básicamente a transmitir la cadena nacional del sangriento general educado en Alemania Don Alfredo Stroessner y el programa “La Voz del Coloradismo”, órgano oficial de propaganda y desinformación al servicio del fascismo y el anti-comunismo (ya dijimos que en tierras guaraníes todo lo que no sea comulgar con el ideario de sus clases dominantes es terrorismo). Ahora se dedica a la fundamental tarea de educación e información de masas como pasar música folclórica y transmitir partidos de fútbol, con programas periodísticos sin presupuesto y relegados a horas imposibles. ¿Lugo? bien, gracias. Como sobre la soja no se aplican retenciones, ni tributos ni nada –como casi sobre cualquier actividad de alto valor- lo producido por su exportación enriquece a gente que ni siquiera vive dentro del país. Itamaraty agradecido, las patronales agro-financieras argentinas también, que ya quisieran tener el mismo modelo de libertad y democracia.

Otro rubro de donde abrevan históricamente sus clases dominantes y sus fuerzas armadas –guardias de corps de sus intereses- es el contrabando de todo tipo de productos con posterior recontrabando a terceros países y el cultivo del otro yuyito verde. Con apenas 7 millones de habitantes Paraguay es uno de los más grandes consumidores de whisky en el mundo; como casi toda estadística esconde ciertas verdades: No es que los paraguayos tengan una fuerte ascendencia escocesa, sino que la mayoría del whisky importado es contrabandeado a terceros países, en especial Brasil, que lo sabe y deja hacer por una simple cuestión económica; por otros lados le expolian millones al Paraguay y le dejan este kiosko como respirador artificial, aunque de vez en cuando le cierran el grifo en la frontera para que no se olviden quién manda realmente. El famoso prensado paraguayo proviene de las tierras que circundan la ciudad de Pedro Juan Caballero, que está separada del Brasil apenas por una calle. El propietario mayoritario de esas tierras es el Ejército Paraguayo que las arrienda seguramente sin conocer lo que allí se cultiva.

Cuando se menciona que un país que no cobra impuestos es técnicamente inviable seguramente el primer enunciador de esta verdad visitó Paraguay, tierra dorada de la evasión de todo tipo con la complacencia e incluso institucionalización oficial. Por ejemplo el cobro de la patente de los automotores –que es en un pago anual y bien bajo- es de potestad municipal, ni siquiera departamental (provincial). Entonces, ante la escasez y porque el domicilio del propietario del automotor no lo obliga a inscribir su vehículo en su lugar de residencia, los municipios se matan entre sí para ofrecer la tarifa más baja; los pobres propietarios de Mercedes Benz de U$ 200.000 mil agradecidos con el estado Hood Robin. Otro aporte a la economía de la miseria lo constituye la legalización de los vehículos perdidos en otros países: Simplemente ud. se presenta en el Registro Automotor de su ciudad y previo pago legaliza el vehículo obteniendo la cédula marrón; sí, así como lo lee, los famosos autos “mau” son esos, los otros tienen cédula verde, ambos perfectamente legales para circular dentro del territorio nacional. En los clasificados de los diarios se expresa claramente: “Se vende Ford Pirate Edition 1600 CC / AA / Cierre / ABS / Cédula marrón”. Y todos felices.

A todo esto seguramente se preguntará qué hizo el ex presidente Lugo; uno trata de no ser cruel y sabe que su irregular salida dio paso nuevamente a lo mas siniestro de la política paraguaya y que las FFAA tradicionalmente le fueron hostiles desde el primer día de mandato, pero haciendo referencia a su anterior ocupación sacerdotal diríamos que fue casi todo un pecado político. Se suele creer que Lugo fue una especie de outsider pero eso se podría aplicar si solo tomamos en cuenta que no fue el típico miembro de un partido que recorre todo el espinel hasta llegar al puesto mayor, porque tenía un gran apoyo en las comunidades eclesiales de base y con campesinos organizados, algo no menor en un país tan católico y con tanta proporción de población rural. Jamás fue implementada la prometida Reforma Agraria, no hubo nunca créditos para maquinaria, la expansión terrateniente siguió su curso y, sobre todas las cosas, no hubo hambre de construir poder; todo ese capital se fue perdiendo gota a gota, decepción tras decepción. Pero fundamentalmente las relaciones de clase y la estructura de acumulación (pre) capitalista permanecieron intactas a la espera de la multiplicación de los panes y los peces.

Karl Marx parecía muerto y enterrado. Con el hundimiento de la Unión Soviética y el gran salto chino hacia el capitalismo, el comunismo se desvaneció hacia los mundos pintorescos de las películas de James Bond o hacia el mantra manipulado sobre Kim Jong Un. El conflicto de clase que Marx consideraba como determinante en el curso de la historia parecía desvanecerse en una era próspera de libre comercio y libre empresa. El inabarcable poder de la globalización conectó las más remotas esquinas del planeta con los lucrativos bonos de las finanzas y las industrias deslocalizadas y sin fronteras, ofreciendo a todo el mundo, desde los gurús tecnológicos de Sillicon Valley hasta las campesinas chinas, amplias oportunidades de hacerse rico. En las últimas décadas del siglo XX, Asia batió quizá el mas notable récord de reducción de la pobreza de la historia de la humanidad, todo ello gracias a las muy capitalistas herramientas del comercio, la iniciativa empresarial y la inversión extranjera. El capitalismo pareció cumplir sus promesas de elevar a todo el mundo hacia nuevas cotas de riqueza y bienestar.

O eso llegamos a creer. Con la economía global en una larga crisis, y con trabajadores de todo el mundo víctimas del desempleo, la deuda y el estancamiento de sus ingresos, la aguda crítica de Marx al capitalismo (que el sistema es intrínsecamente injusto y autodestructivo) no puede ser tan fácilmente descartada. Marx teorizó que el sistema capitalista empobrecería inevitablemente a las masas, a medida que la riqueza se concentraría en las manos de la codicia de unos pocos, causando crisis económicas y reforzando el conflicto entre los ricos y las clases trabajadoras. Marx escribió que “la acumulación de riqueza en un solo polo genera al mismo tiempo en el polo opuesto la acumulación de miseria, trabajo duro y agónico, esclavitud, ignorancia, brutalidad y  degradación mental”.

Un expediente cada vez más rebosante de pruebas sugiere que podría haber estado en lo cierto. Lamentablemente, son evidentes las estadísticas que demuestran que los ricos son cada vez más ricos, mientras que la clase media y los pobres cada vez son más pobres. Un estudio hecho en septiembre por el Economic Policy Institute (EPI) en Washington señaló que la media anual de ingresos reales de un hombre trabajador a tiempo completo en los EEUU en 2011, unos 48.202 dólares, era inferior a la de 1973. Entre 1983 y 2010, el 74% del aumento de la riqueza en los EEUU fue a parar a las manos del 1% más rico, mientras que el 60% más pobre sufrió un declive, según cálculos del EPI. No sorprende así que algunos estén repasando lo que escribió el filosofo alemán en el XIX. En China, el país marxista que dio la espalda a Marx, Yu Rongjun se inspiró en los acontecimientos actuales para escribir un musical basado en el clásico El Capital de Karl Marx. “Uno se da cuenta de que la realidad encaja con lo que escribió en su libro”, asegura el dramaturgo.

Eso no significa que Marx acertara completamente. Su “dictadura del proletariado” no funcionó como estaba planeado. Pero las consecuencias de este aumento de la desigualdad, son exactamente como lo predijo Marx. La lucha de clases ha regresado. El enfurecimiento de los trabajadores en el mundo va en aumento y exigen su justa parte de la economía global. Desde el suelo del Congreso de los EEUU hasta las calles de Atenas, pasando por las asambleas del sur de China, la actualidad está siendo sacudida por una escalada en la tensión entre el capital y el trabajo, en unos niveles inéditos desde las revoluciones comunistas del siglo XX. Cómo se resuelva este conflicto determinará la dirección de la política económica global, el futuro del estado del bienestar, la estabilidad política de China, y quién tendrá el mando del gobierno desde Washington hasta Roma. ¿Qué diría Marx de lo que hoy acontece? “Algo parecido a: se los advertí”, asegura Richard Wolff, un economista marxista en la New School de Nueva York. “La desigualdad de ingresos está produciendo un nivel de tensiones que no había visto en mi vida”.

Las tensiones entre clases económicas en los EEUU están claramente al alza. La sociedad se muestra dividida entre el 99% (la gente normal que lucha para salir adelante) y el 1% (los privilegiados, bien conectados y muy ricos que cada vez lo son más). En una encuesta del Pew Research Center publicado en año pasado, dos tercios de los encuestados creían que EEUU sufría un conflicto “fuerte” o “muy fuerte” entre ricos y pobres, un aumento significativo de 19 puntos desde 2009, llegando a ser considerada el primer factor de división de la sociedad.

El señalado conflicto ha dominado la política americana. La batalla partidista sobre como arreglar el déficit presupuestario de la Nación ha sido, en gran medida, un conflicto de clase. Cada vez que el Presidente Barack Obama habla de aumentar los impuestos a los americanos más ricos para reducir el déficit presupuestario, los conservadores señalan que está lanzando una “guerra de clase” contra los acaudalados. Así mismo, los republicanos están comprometidos con una guerra de clase por su cuenta. El plan republicano de estabilización financiera sitúa la carga del ajuste en las clases medias y pobres, a través de recortes en los servicios sociales. Obama basó una gran parte de su campaña para la reelección caracterizando a los republicanos como insensibles hacia la clase trabajadora. El Presidente acusó al candidato republicano, Mitt Romney, de tener un plan para la economía norteamericana con un solo punto, “asegurarse que los tipos de arriba jueguen con reglas distintas al resto”.

Sin embargo, en medio de esta retórica hay señales que este nuevo clasismo americano ha cambiado el debate sobre la política económica de la Nación. La teoría del derrame, que afirma que el éxito del 1% beneficiará al 99% restante, se encuentra bajo grave sospecha. David Madland, un director del Center for American Progress, un think tank con sede en Washington, cree que la campaña presidencial de 2012 ha hecho emerger el debate sobre la reconstrucción de la clase media, y la búsqueda de una agenda económica distinta para lograr este objetivo. “Toda la forma de concebir la economía está siendo revisada”, afirma. “Noto que se está produciendo un cambio fundamental”. La ferocidad de la nueva lucha de clases está siendo incluso más pronunciada en Francia. En mayo pasado, a medida que el dolor de la crisis financiera y los recortes presupuestarios hizo que la división entre pobres y ricos se hiciera cada vez más dura, los franceses votaron al Partido Socialista de François Hollande, que una vez proclamó: “no me gustan los ricos”.  Parece haber mantenido su palabra. La clave de su victoria fue su promesa en campaña  de extraer más de los ricos para mantener el estado del bienestar francés. Para evitar los recortes drásticos que otros políticos en Europa han aplicado para reducir la amplitud de sus déficits presupuestarios, Hollande planeó aumentar el impuesto sobre la renta hasta el 75%. A pesar de que su idea fue tumbada por el Tribunal Constitucional del país, Hollande está buscando fórmulas para introducir una medida similar. Al mismo tiempo, Hollande ha enfocado su acción de gobierno de nuevo hacia la gente corriente. Retiró una medida impopular de su predecesor de incrementar la edad de jubilación en Francia, volviéndola a situar en los 60 años para algunos trabajadores. Muchos en Francia quieren que Hollande vaya aún más lejos. “La propuesta fiscal de Hollande tiene que ser un primer paso en la percepción del gobierno de que el capitalismo en su forma actual se ha vuelto tan injusto y disfuncional que corre el riesgo de implotar si no se reforma en profundidad”, asegura Charlotte Boulanger, una experta en desarrollo y ONGs.

Sus tácticas, sin embargo, están generando un contraataque por parte de la clase capitalista. Mao Zedong hubiera insistido en que el poder político aumenta a partir del cañón de un arma, pero en un mundo donde das kapital es más y más móvil, las armas de la lucha de clases han cambiado. En lugar de pagar a Hollande, algunos de los más ricos franceses se están marchando, llevándose con ellos empleos e inversiones muy necesarios. Jean Emile Rosenblum, fundador de la empresa en línea Pixmania.com, está restableciendo su vida y su nuevo negocio en EEUU, donde siente que el clima es más hospitalario para los empresarios. “El aumento del conflicto de clase es una consecuencia normal de cualquier crisis económica, pero la explotación política de ello ha sido demagógica y discriminatoria”, señala Rosenblum. “En lugar de confiar en los empresarios para desarrollar las empresas y empleos que necesitamos, Francia les está empujando a marcharse”.

La división entre pobres y ricos es quizá mas volátil en China. Irónicamente, Obama y el recientemente instalado Presidente de la China comunista, Xi Jinping, deben hacer frente al mismo desafío. La intensificación de la lucha de clases no es sólo un fenómeno del endeudado y estancado mundo industrial. Incluso en los mercados emergentes que se expanden rápidamente, las tensiones entre ricos y pobres se está convirtiendo en una preocupación de primera magnitud para los políticos.  Contrariamente a lo que muchos de los contrariados americanos y europeos creen, China no ha sido un paraíso para los trabajadores. La “fuente de arroz de acero” (la práctica maoísta que garantizaba a los trabajadores un trabajo para siempre) se evaporó junto al maoísmo, y durante la era de las reformas, los trabajadores tuvieron pocos derechos. A pesar de que los ingresos en las ciudades chinas está creciendo substancialmente, el diferencial entre ricos y pobres es extremadamente grande. Otro estudio del Pew revela que cerca de la mitad de los chinos encuestados considera que la división entre ricos y pobres es un gran problema, mientras que 8 de cada 10 está de acuerdo con el propósito de que  en China “los ricos cada vez se hacen más ricos mientras que los pobres se siguen empobreciendo”.

La animadversión está alcanzando un punto de estallido social en las aldeas industriales de China. “La gente de fuera ve nuestras vidas muy prósperas, pero la vida real el la fábrica es muy distinta”, afirma el trabajador fabril Peng Ming en el enclave de Shenzhen en el sur industrial. Con largas horas a sus espaldas, con el aumento del coste de la vida, unos directivos indiferentes y muy a menudo con retrasos en las pagas, los trabajadores empiezan a parecer auténtico proletariado. “La manera en que los ricos obtienen dinero es a través de la explotación de los trabajadores”, afirma Guan Guohau, otro trabajador de la fabrica en Shenzhen. “El comunismo es a lo que aspiramos”. A menos que el gobierno actúe más decididamente para mejorar su bienestar, señalan, los trabajadores querrán de forma creciente actuar por su cuenta”. “Los trabajadores se organizarán más”, predice Peng. “Todos los trabajadores deben estar unidos”.

Eso puede que ya esté sucediendo. Medir el nivel de malestar de los trabajadores en China es difícil, pero los expertos creen que ha ido aumentando. Una nueva generación de trabajadores fabriles, mejor informados que sus padres gracias a internet, se hacen oír más en sus demandas de mejores salarios y condiciones laborales. Hasta ahora, la respuesta del gobierno ha sido ambigua. Los políticos han aumentado los salarios mínimos para incrementar los ingresos, reforzaron la legislación laboral para dar a los trabajadores mas protección, y en algunos casos, les permitieron ir a la huelga. Sin embargo el gobierno sigue desincentivando el activismo  obrero independiente, muy a menudo a través del uso de la fuerza. Estas tácticas han dejado al proletariado de China desconfiado de su dictadura proletaria. “El gobierno piensa más en sus empresas que en nosotros”, dice Guan. Si Xi no reforma la economía para que el chino de a pie se beneficie más del crecimiento de la nación, corre el riesgo de encender la llama del malestar social”.

Marx hubiera previsto exactamente este resultado: “a medida que el proletariado tome conciencia de su interés común de clase, hará caer el injusto sistema capitalista y lo reemplazará por un mundo socialista nuevo”. Los comunistas “declaran abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados con la derrota por la fuerza de toda condición social existente”, escribió Marx. “Los proletarios no tienen nada que perder, salvo sus cadenas”. Hay señales que indican que los trabajadores del mundo están cada vez más impacientes con sus debilitadas perspectivas. Decenas de miles han salido a la calle de ciudades como Madrid y Atenas, protestando contra el desempleo astronómico y las medidas de austeridad que están empeorando las cosas.

Hasta ahora, sin embargo, la revolución de Marx está por materializarse. Los trabajadores puede que tengan los mismos problemas, pero no se están uniendo para resolverlos. El nivel de la afiliación sindical en los EEUU, por ejemplo, ha continuado su declive a través de las crisis económicas, mientras que el movimiento Occupy Wall Street decaía. Los que protestan, señala Jacques Ranciere, un experto en marxismo en la Universidad de Paris, no tienen como objetivo remplazar el capitalismo, tal y como Marx predijo, sino simplemente reformarlo. “No estamos viendo a las clases que protestan pidiendo el derrumbe o la destrucción del sistema sociopolítico actual”, explica. “Lo que el conflicto de clase produce hoy son llamadas a arreglar los sistemas para que sean más viables y sostenibles a largo plazo a través de una mayor redistribución de la riqueza creada”.

Sin embargo, a pesar de estas llamadas, la política económica actual continua alimentando las tensiones de clase. En China, los altos funcionarios han mostrado poca convicción a la hora de reducir el desnivel de ingresos y en la práctica han eludido las reformas que podrían haberlo permitido (en la lucha contra la corrupción, permitiendo la liberalización el sector financiero). Los gobiernos endeudados en Europa han capado los programas del Estado del Bienestar incluso en momentos en los que el desempleo aumenta y el crecimiento se hunde. En la mayoría de casos, la solución elegida para reparar el capitalismo ha sido más capitalismo. Los políticos en Roma, Madrid y Atenas están siendo presionados por tenedores de bonos para que desmantelen la protección de los trabajadores y continúen desregulando sus mercados interiores. Owen Jones, el autor britanico de “Chavs: The Demonization of the Working Class” llama a esto “guerra de clase desde arriba”.

Pocos aguantan la embestida. La aparición de un mercado laboral global ha desarmado a los sindicatos en todo el mundo. La izquierda política, arrastrada hacia la derecha desde el violento ataque del libre mercado de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, no ha sabido dibujar un horizonte alternativo creíble. “Virtualmente, todos los partidos progresistas y de izquierdas contribuyeron en algún momento al auge de los mercados financieros, y al retroceso de los sistemas de bienestar para demostrar que también eran capaces de llevar adelante reformas”, señala Rancière. “Diría que las perspectivas de que partidos laboristas o socialistas o gobiernos en cualquier lado vayan a cambiar (mucho menos derribar) los sistemas económicos actuales se han más bien evaporado”.

Eso deja abierta una posibilidad escalofriante: que Marx no sólo diagnosticara correctamente el comportamiento del capitalismo, sino también su resultado. Si los políticos no encuentran nuevos métodos para asegurar oportunidades económicas justas, acaso los trabajadores del mundo decidan, simplemente, unirse. Puede que entonces Marx se tome su venganza.

Michael Schuman

Corresponsal del semanario conservador Time, especializado en economía global, ex corresponsal de The Wall Street Journal y colaborador de la revista Forbes (todos medios insospechados de simpatías izquierdistas).

* Del original Marx’s Revenge: How Class Struggle Is Shaping the World, publicado en Time el 25/03/2013

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